Muy entretenido.
Novela ligera de aventuras, espías y acción. El libro comienza en
1912, en el viaje inaugural del Titanic. Tras la colisión con el
iceberg, un misterioso pasajero preferirá hundirse con su carga que
intentar salvarse. Debe tratarse de algo muy valioso, sin duda.
Tras este
capítulo introductorio, saltamos al presente (bueno, al presente de
cuando se escribió la novela, en los 70), en plena tensión
ruso-americana por el control militar del mundo. Un departamento de
investigación americano ha desarrollado un sistema de protección
antimisil con una precisión de casi el 100%, pero para que funcione
necesita un mineral escasísimo en la tierra, del cual sólo se han
extraído algunos gramos en alguna extracción minera. El proyecto
entrará pues en punto muerto hasta que se encuentre un yacimiento
que pueda proporcionar algunos kilos de este mineral. Puede ser
mañana, puede ser nunca.
Entre tanto un
grupo de geólogos están a la búsqueda del mineral, y encontrarán
un yacimiento adecuado, pero por desgracia ya ha sido explotado y
agotado, pero las pistan indicarán que el material fue embarcado en
el viaje inaugural del Titanic. Así pues la Marina, que está
probando una serie de sumergibles operativos de alta profundidad, se
lanza a la búsqueda del Titanic. Lo encuentran tras varias
peripecias, y el Presidente de los EUA decide, en un plan increible,
reflotarlo para buscar el mineral.
No será tarea
fácil, tanto a nivel técnico, como político, pues los rusos se
lanzarán a la caza del Titanic igualmente, para así impedir que los
americanos concluyan su plan defensivo. ¿Quien se llevará el gato
al agua? …