Evoco
las memorias de mi vida,
muy
cerca del telón de su sendero.
La
barca está aguardando y el barquero
se
impacienta con lengua desabrida.
Tu
pasaje y tu viaje son de ida,
sin
retorno a la nada, marinero.
Sé
que el tiempo ha cumplido, ya me muero,
no
urjas tanto con voces la partida.
La
vida ha transcurrido en un instante
y en
su escenario, de tan breve eslora,
voy
a dejar de ser representante.
El
reloj de mi edad da ya la hora.
Me
pongo en mi ataúd, los pies delante.
Es
hora de morir. Es hora ahora.